domingo 1 de abril de 2012 Poesía que promete
FRANCISCO FRANCO:
LA FE
Con las últimas palabras
del postrer parte: “La guerra
ha terminado”, lacónicas,
pero claras y concretas,
avaladas por su firma,
Francisco Franco le expresa
al pueblo español y al mundo
el final de la tragedia
que padeció nuestra patria,
la encarnizada contienda
que tanta sangre costó,
tantas lágrimas y penas.
Desde este instante, en España
se inicia una nueva era
de paz y tranquilidad;
y, a su lado, paralela,
otra etapa de trabajo,
entusiasta y tesonera,
patriótica y ejemplar,
de ruda labor, comienza:
la agobiadora misión
que encarna la gran empresa
de reconstruir la patria
en sus hombres y en sus tierras.
Porque la patria está en ruina,
la nación está deshecha,
la sangre fluye a raudales
por cien heridas abiertas
en las almas y en los cuerpos.
¡España está casi muerta!
Todas las formas del hambre
por doquier se manifiestas
como medrosos fantasmas;
desde la que más apremia,
reclamando la comida
con que el cuerpo se alimenta
—hambre brutal, perentoria,
intransigente y tremenda—,
hasta las hambres que el odio,
el dolor y la tragedia
incubaron día a día
en la mente y la conciencia
de los hombres, que aun pretenden
con ansia satisfacerlas
a cualquier precio; estas hambres
llevan casi siempre aneja
una frenética sed
de justicia, grande, inmensa…
Moral y materialmente,
lo que el Caudillo se encuentra
tras la bélica victoria
—difícil, ruda y tremenda—,
es una patria asolada
por las mesnadas abyectas,
la roja grey de asesinos
del comunismo, y las ciegas
democracias corrompidas,
que alentaron la tragedia
con su ayuda incomprensible,
cara a cara o encubierta.
La patria que conquistara
Francisco Franco está llena
de sangre de muchos héroes
y mártires; de miseria,
angustia, dolor y luto,
llanto a raudales. ¡Herencia
bien precaria para hacer
una grande España nueva!
Jaime de Pascual Villanova
(Tomado de su romancero “Francisco Franco, Caudillo”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario